martes, 20 de diciembre de 2016

Ni titulo...

"Y eso es todo. La sintonia se pierde y es otra antena la que ocupa el lugar de la que antes ocasionaba la llegada de alguna onda distraída.
Me gustaría que algunas cosas fueran tan sencillas como cambiar esas incomodas menudencias.

Es cuestión de tiempo que deje de doler porque todo dolor se aplaca a fuerza de dejar pasar segundos y minutos que se cuentan, luego la cosa va por horas, días, meses, de pronto, se cuenta el dolor por años....y ya, todo cicatriza.

Siempre es posible que quede un resquicio de herida abierta y entonces es cuando suceden esas cosas extrañas, deja vù, nostalgias, certezas falsas, apariciones en sueños....supuran los recuerdos emitiendo ese olor ácido de septicemia invadiendo el corazón con un bombeo siempre deficitario. Podrido. Infecto.

Se muere también de podredumbre emocional. Es curioso ver como el que muere de hedionda tristeza es el que se duele. Quien no sufre, o no aparenta dolerse, vuela libre, con descaro, no tiene herida puesto que la provoca, no tiene pena, ni nostalgia. Es probable que solo tenga vacío. Que bajo tantas capas, solo perviva  un ser pusilánime. Sin mas arrojo en esta vida que sembrar el mismo dolor o ausencia de todo que le habita por entero. Como la carcasa de una cucaracha, o una tijereta muerta de tedio.

Siempre he sentido un profundo asco por las tijeretas y todos esos insectos que se aparecen como espectros en las zonas húmedas de las casas. Odio los bichos a destiempo. Moscas en invierno. Las avispas y su cara de nausea. Tijeretas en mi baño. Cucarachas. Bichos bola. Los mosquitos robándome sueño y sangre. Y tú, fuera de temporada,  llevándote mi escasa calma."

1 comentario:

a dijo...

No me cansaría de ponerte comentarios, pero sería tan repetitiva...
Tus textos son magníficos, merecedores de un podium universal y que ya conoces.

Lo hemos leído juntos, él y yo, que nos gustan todos esos bichos que en su medio, o estudiados bajo una lupa, son un mundo de belleza y descubrimiento, pero también, él y yo, sentimos ese profundo asco cuando se convierten en "carcasa de dolor" y roban el sueño y la calma y el tiempo.

Gracias y un fuerte abrazo.
Isabel F. Bernaldo de Quirós