domingo, 24 de diciembre de 2017

Sola

Cuando estoy sola, me gusta refugiarme en mi cuarto, ese ahora desplazado a otro lugar de la casa, mas escondido y mas personal. Me gusta sentarme en la cama, con mi ordenador en la mano y escribir. O coger un libro y leer en la calma que habitualmente no es la que premia en mi casa con dos hijos pequeños. O si, también, a veces, cuando estoy con ellos.

Cuando estoy sola, ceno aquí y veo una película, o pinto una acuarela desde mi atrevimiento ignorante. Otras veces, me siento en el pequeño sillón junto a la ventana y miro a través de ella. Y, a veces, pienso en ti.

Mathias Malzieu escribe en "la Mecánica del corazón", creo recordar, esta frase "Es espantoso el ruido de un corazón cuando se rompe". El libro no me gusta, no me gusta este escritor , quizá porque no lo leí en el momento adecuado o la resonancia de sus palabras no iba con mi alma, pero recientemente, me tope con esta frase y, sí, tengo que reconocer que es un sonido espantoso. Un sonido que nadie mas que tu puede escuchar por eso no lo puedes compartir con alguien, quizá se lo puedes contar, pero quizá también, es posible que no lo entienda. Nadie te va a decir "¿Has oído ese ruido tan terrible?", no, tampoco saldrá en las noticias bajo titulares como... "Un ruido espantoso de corazones rotos sobrenada la ciudad por encima del ruido de los coches y su polución".

A veces, en la soledad, mientras la tristeza-manantial transita por el corazón que se rompe, provoca una suerte de goteras y hace falta llorar, las mas de las veces en el recogimiento de esa soledad que solo uno comprende.

A veces, la mayoría, estoy a gusto con mis goteras y eso. Otras, no, otras me gustaría estar rodeada de gente que me hablara de cosas banales, triviales, para no escuchar el sonido del manantial, ni del corazón roto, ni de las gotas cayendo en el cubo sobre el suelo de mi alma. Pero bajo el lema "con lo que tengas, haz lo que puedas", cojo un libro, pongo música y me evado para solo escuchar en un susurro lo que mi alma quiere contarme.

Cuando estoy sola, como ahora, escribo en mi ordenador, sentada sobre mi cama, mientras mi gato intenta morder mis pies desnudos. Parece que presiente mi destierro en la soledad de mi cuarto, al final del pasillo a la derecha, y de algún modo me quiere arrancar de la melancolía y recuperarme para la causa de un mundo en el cual me siento cada vez mas ajena.


No hay comentarios: