miércoles, 7 de febrero de 2018

Caso práctico

Hace tantos años que no recuerdo bien las fechas. Llevaba una vida anodina, con una pareja absurda, uno de esos sinsentidos en los que nos embarcamos con frecuencia y de los que sabemos que tenemos que salir...me llamo la atencion su amabilidad, cualquier duda que pudiera tener siempre tenía respuesta, y, aunque no parecía la alegría de la huerta, al menos tenía siempre que lo necesitaba una palabra amable. ¿Qué podía hacer ese tipo ahí?, no parecía pintar nada, no le pegaba,....me gustaba observarle, él no sabia que yo existía, pero yo sí lo sabia...

Empecé a procurar su compañía llevada por la curiosidad. Me gustaba hablar con él, se podía hablar, era un gran conversador, política, libros, la vida..... y, lo que era mejor, podía aprender mucho. Aportaba y enriquecía mi vida. Además podía ser yo plenamente con él. Eso siempre me ha conquistado en un hombre. De tanto hablar, compartir, sentir las cosas fluir, estar a gusto,... cada día dedicaba mas tiempo a pensar en él en mis ratos libres. Me gustaba, comenzó a gustarme mucho, no puedo decir que sin querer, al contrario, no me opuse en ningún momento a mis sentimientos y emociones. 

Recuerdo una noche de viernes, con mi pareja en un pub, yo bebía whisky casi compulsivamente, me sentía tensa, me estaba aburriendo enormemente, no estaba allí, recogí mis cosas y me fui, sin mediar apenas palabra y bastante borracha. Por aquel entonces, podía hacer esas cosas. Dejé a mi pareja. No tenia sentido mantener algo cuando mi mente estaba en otro sitio, incluso follando. Me había enamorado de él. 

Sabia que era un amor imposible, pero no me importó. En aquel momento decidí que era lo mejor que podía estar pasándome, que era un lujo haberme dejado llevar por la curiosidad y haber descubierto a aquel hombre. Decidí que ese vínculo era lo mas importante para mi y no quería perderle jamás. Me esforcé en no cometer errores para no perderle. Creo que nunca puse tanto empeño en un vínculo que consideraba tan sagrado, importante, y fundamental en mi existencia. 

Incluso cuando la vida tuvo a mal separarnos, jamas dejé un solo minuto de tenerlo presente. Ni un solo minuto. Imagine usted. Y aun así, me dejé llevar por los vericuetos de la vida pensando que quizá estaba cometiendo un error obcecándome en esos sentimientos. Pensé que se me pasaría la tontería. Y la vida me llevo, me llevo lejos...aquel vínculo que yo consideraba precioso seguía ahí para los dos. Aquello que yo sentía también. Y tuve que volver a ser honesta conmigo misma y elegí la soledad de mis recuerdos y la autenticidad de mis sentimientos. 

Yo se que es absurdo e incomprensible, no necesito que me entienda todo el mundo. Estas cosas pasan, hay sentimientos que se ponen en el alma y da igual cuantas lavadas le des, al final, esos dibujos siguen ahí. No se borran. 

En algún momento que desconozco, algo se rompió, no sé que hice mal. No se en que momento me equivoqué. Quizá el error fue pensar que la sacralidad de ese vínculo era recíproco...No sé que pasó. Le perdí, se perdió todo entre mis dedos como arena de playa. Y no sé por qué. Sólo necesito una respuesta. Saber la verdad. Después seguiré adelante como recién levantada después de un sueño bonito. La vida continuará pesada y lenta, viviendo de refilón el final feliz de los cuentos en las vidas ajenas.

Me gustaría volver a donde estaba hace tantos años, observándole de lejos, gozando de su amabilidad, sin él saber que yo existía... sabiendo yo que él existe para mi...pero sin esta tristeza...


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