viernes, 25 de mayo de 2018

Boudica.

Boudica se sienta en el borde de mi cama, retira los restos de mi cena y seca mis lagrimas. Me mira en silencio. Acaricia mi espalda. Me da cinco minutos de pataleta. Ni uno mas.

Cuando ya no se ama, queda una sequedad en el alma como de desierto y lagrimas de cebolla cortada pasada de fecha. Una extraña sensación de vacío e irrealidad. ¿Será cierto?, me temo que no.
Boudica me acerca un espejo para que me reconozca en las cicatrices de la lucha. Ella sabe que hice lo imposible, que quedé varada en aquella orilla y que, lejos de auxiliarme, quedé abandonada cual drakkar naúfrago.

Y siendo la misma me veo diferente en ese espejo roto lleno de mil imágenes. Todas idénticas. Rotas.
Miro hacia otro lado, no me reconozco. No soy yo en esa imagen partida. Sin brillo, sin lustre.
Boudica se sienta y acaricia mi pelo. Me acuna como a una niña pequeña. Me sonríe dulce.
Me recuerda que no se puede dar "margaritas a los cerdos", que debería ser mas prudente, incluso, menos honesta. Sabe que no valgo pero me exige intentarlo, solo así entiende que cicatriza la existencia. Convirtiéndote en un bello mineral, duro como amatista, bella e irrompible. Como ella. Boudica. Endurecida.

Creo que no valgo.
Mira para otro lado, me dice, osada y atrevida.

Es una tentación demasiado potente perderse en su sonrisa. Poder extinguirme en brazos, versos y besos ajenos. Sí, podría burlar al destino jugándomela como suicida.

No sé.

Boudica me mira y se ríe a carcajadas. Ella también se ha fijado. Me dice que ella también le empotraría si tuviera corporeidad para ello, dice que ademas parece sensible y huele bien. Le gustaría hundir la nariz entre su pelo aspirando el perfume a gomina y colonia. Nos reímos juntas. Sí, yo también lo había pensado. Nos gustan que huelan bien.

Su mirada se nubla, su corporeidad mas, es hora de irse. La vida es otra cosa, pero no por ello dejaremos de reírnos juntas de nuestras ocurrencias. Sí, me anima, nada se pierde por soñar....Desaparece prometiéndome que volverá pronto. A lo lejos el sonido de sus alhajas. En el suelo, un espejo roto. Yo.