viernes, 14 de junio de 2013

"Como el viento en la espalda"- Elena Muñoz


En mi experiencia lectora, hace unos años que tiré la toalla harta de leer novelas mediocres, mal documentadas o con argumentos mal resueltos. Se salvaban de la quema, algunas novelas históricas y alguna que otra,  algún libro terapéutico de esos que gustamos leer de vez en cuando los que trabajamos en lo social, y quizá se salvaba algún libro de poesía, más puntual aun si cabe que las novelas.

Afortunadamente los tiempos cambian, nos traen aires nuevos y escritores y escritoras dispuestos a dejarse la piel para que los argumentos enganchen al lector y una se quede con ganas de saber más del personaje o los personajes.

Qué duda cabe que este ejercicio de seducción literaria no requiere de grandes y esmerados circunloquios, ni lenguajes rebuscados e incomprensibles. Tampoco hace falta echar mano de personajes complejos con personalidades retorcidas. No, no es preciso usar argumentos marcianos. A veces la sencillez del lenguaje, un personaje cercano y un argumento cotidiano, puede llegar a enganchar más que cualquier historia estratosférica.

Así es “Como el viento en la espalda”. Una historia seductora con un personaje cotidiano, una mujer, que se ve envuelta en circunstancias vitales que no por adversas dejan de ser beneficiosas para su desarrollo personal. Historias personales, diacrónicamente adversas que sacan lo peor del ser humano por la supervivencia, la ambición, el dolor de la perdida, el amor que se desgasta.

Es curioso. La historia de Marta me enganchó enseguida. Paradójicamente más me engancho la historia de su madre y como esta se entiende desde el dolor más profundo, ese que solo produce la perdida de la inocencia en manos de quien te ha dado la existencia. Esa madre incomprendida en ocasiones por hijos que no entienden el por qué de ciertas conductas, que se crían en un pequeño desamparo emocional ante una madre triste y marcada que lo intenta por encima de todo pero que no puede sobreponerse a su “mochila” vital y que, como un lastre, la tiene anclada en la tristeza y la profunda melancolía. Y es que, a veces, el dolor puede más que el intento por salir adelante.

Me gusta ese momento, en que esa madre de pasado doliente, se abre y le cuenta a su hija la verdad de su historia, como lo vivió, lo sintió, lo intentó supera.  “Como el viento en la espalda” aborda el tema sensibilidad, que no sensiblería, con sencillez, dándole la relevancia que se merece sin resultar sensacionalista.

Me gusta también ese momento en que Marta reconoce sus sentimientos con respecto a su marido y con total honestidad, le plantea la separación, con sus motivos claros y explícitos, sin dejar lugar a la duda, a un posible interrogante, manteniéndose cerca en la adversidad por aquello que les unió, pero igualmente, sin dejarse llevar por la sensiblería, si no con sentimiento maduros y, sobretodo, honestos con ella misma.

 Y dentro de ese paseo que da la protagonista por la honestidad de sus sentimientos y emociones, llamaría “momentazo” a esas palabras que le dedica Marta a su amante artista,      “……. Tú también me importas mucho, Alexis, tanto, que no quiero volverte a ver…”. ¿Cuántas veces no se me habrá pasado una frase semejante por la cabeza?, y, quizá por miedo a la soledad, por dependencia emocional, por no sé cuantas excusas que podría encontrar, no la he dicho o se ha quedado ahí, rezagada, oculta bajo un discurso vacio, insulso, deshonesto con mis emociones.

Definitivamente, si con algo me quedo de este personaje es con la importancia de la honestidad emocional, empezando por una misma, que como la caridad, si no empieza por uno mismo, mal vamos y acabamos……