lunes, 1 de octubre de 2018

Reparaciones

El dolor es como un caballito de mar enredado en algas de plástico luchando por salir pero que  no puede, porque de puro afán se fue muy profundo y ahora está agotado por el esfuerzo aunque igual pude remontar a lomos de un mero. 

Es encontrar tu libro favorito descatalogado y no poder hacer fotocopias y que, de repente, alguien lo encuentre en un rincón perdido y te lo regale o lo tenga y te lo preste.

El dolor tiene sonido de una cremallera rota, de esas complicadas de cambiar o arreglar, que se engancha, se abre del otro lado según cierras, pierde el cierre, se atasca, a veces, definitivamente, se rompe, se rasga, queda torcida y mal cuadrada de "dientes"'....así es el dolor...y es que, aunque, pongas cremallera nueva, la tela del alma ya ha cogido holgura y es probable que la reparación, o reciclaje, sea un mero parche para adornar, para ir tirando y aguanta, a veces se acomoda.....

El dolor es como un calcetín desparejado de un color imposible de combinar que mamá ha transformado en un conejito convirtiéndolo en el mejor muñeco del mundo. 

El dolor escuece como un raspón de esos que te haces cuando das un mal paso y te caes, molesta unos días, a veces se infecta, también se cura y deja marca. 


El dolor parece coger gusto a la piel que habita, esa querencia que da una manta cálida, suave y un buen libro, pero hasta él se va un día cuando deja de sentirse abonado y mimado...

Así es el dolor, así son sus cicatrices y reparaciones...la vida, el alma....