martes, 18 de diciembre de 2018

Año

Hace un año sentí perder el suelo bajo mis pies por un acontecimiento aparentemente idiota para el mundo pero profundamente doloroso para mi que se llevó consigo hasta mis lágrimas pero las sustituyó por una terrible ira contenida, oscura, negra, tensa. Esas cosas que además no puedes hablar salvo con tu terapeuta y con tus mejores amigas, aquellas mas cercanas. Comenzó entonces un año de reparación de daños, reconstrucción, restauración. Un año de mirar dentro, conectar y aceptar y, sobre todo, ver como podía salir de ese pozo de amargura en el cual había caído por mi propia estupidez, quizá.

La primera conciencia que tuve fue la de no tener la obligación de estar allí donde quería estar pero que me pudiera suponer dolor. Necesité tomar distancia. Necesitaba cuidarme. Blindarme un poco. Recolocar mis muebles mentales y emocionales que habían caído por el terremoto.

El comienzo de este año me llevó a este punto de inicio de profunda tristeza. A un bonito recital el 20 enero, a sesiones de hospital con mi padre, a otro bonito recital a finales de febrero, y al fallecimiento de mi padre el día 8 de marzo. En estos meses continué con mi tarea sanadora. Poco a poco, sin prisa, sin pausa. Acompañar a mi padre en sus últimos momentos me sirvió para darme cuenta de la importancia de SER, mas que estar. No era fácil SER su hija, nada fácil, pero en esos momentos solo me salia SER ahí con él, y se fue, y me quedé sin saber si realmente me quería o si yo no había sido capaz de entender su forma de querernos. Y, a partir de ese momento, el resto del año transcurre en un continuo aprendizaje, reconocimiento y aceptacion del "Yo soy" del decidir SER frente al posturear que a veces es la vida, aunque no sea rentable.

He conocido a personas importantes en mi desarrollo personal y profesional (por mencionar, Fina Sanz y Fidel Delgado...), he vuelto a disfrutar como una adolescente con un concierto de KISS, EUROPE, y NIGHWISh disfrutando muchisimo de un constante primer plano con saludo de Marco Hietala (el no lo sabe, pero nos vamos a casar)... y he vivido situaciones realmente kafkianas....

Y sigo disfrutando del gozo de la poesia y de compartirla

Camina el año de tropiezo en tropiezo y de acierto en acierto. Momentos autenticamente felices que cuento con los dedos de ambas manos y quiza de algun pie. Y algunas cosas que me ponen profundamente triste, como nunca antes, que tengo que aceptar que me sucede y hay que respirarlo, reconocerlo, darle su lugar y despues dejarlo ir. Ocuparme mas que preocuparme.  Hay cosas que sigo sin entender pero tambien sé que no estoy aqui para entenderlo todo. He aprendido a poner fechas de caducidad a las circunstancias y ya llevo alguna apuntada para el proximo año...porque solo puedo hacer algo con aquello que depende de mi...Y sobre todo, lo que tenga que SER, será....de otro modo es posturear...