Me pierdo entre egos y somnolencia. Entre estragos y prepotencias.
Me acurruco en un rincón a esperar que suba la marea y se lleve estas basuras del alma que me sobran y me dispersan. Deseo quedarme con aquello que me alimenta sanamente. Que me dé paz. Lejos del engullir tóxico de lo pusilánime.
Quiero un paseo sincero, ajeno al postureo, en la simplicidad y la complicidad.
Me acurruco en un rincón y espero a perderme en su abrazo, donde me encuentro. Donde disfrutar del solo estar.
Quiero un paseo sincero, de su mano, y no otra. Porque es allí donde mi mano se reconoce y existe. Es.
Mi tecla enmudece ante el calibre de las cicatrices. Las conozco todas.
El silencio se hace poesía. Le abraza en un largo canto que, quizá un día, escuche o lea y se reconozca. "A ti, alma libre, amor imposible...", "...amanecí con alma de Adagio", "Reparar destrozos"...
Me acurruco en su abrazo. Sincero. Ajeno al postureo. Simple. Cómplice.
Descanso.
1 comentario:
Y yo me acurruco contigo, amiga.
Isabel f. Bernaldo de Quirós
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