Mateo, como víctima de la
cultura del patriarcado, es, en definitiva, un "acojonao". Resulta
difícil para algunos hombres aceptar la forma de pensamiento, de sentimiento y
de funcionamiento de Estela, precisamente por salirse de los esquemas mentales
preestablecidos que definen a la mujer como ser humano emocional tendente a la estabilidad en relación con el macho
"alfa" de turno, un error común de pensamiento, ya que cada vez más
la mujer elige lo que quiere.
Estela rompe con esa cultura
patriarcal que también recibe en herencia y opta por un modelo de relación que antepone
lo intenso frente a la cotidianeidad. Se siente segura de sí misma en sus
elecciones y no precisa de soportes "físicos" para seguir adelante en
la vida. Sencillamente, no lo tiene en sus esquemas mentales, pues, si lo
tuviera, sería muy de respetar, por supuesto.
Saberle ahí, le basta, no juzga; sin embargo,
me parece muy lógico que se "enfade" con él por ocultarle esas
pequeñas grandes cosas importantes. Ella considera que existe un clima de
confianza suficiente y unas posiciones claras, pero va a resultar que Mateo no
lo ve así, pues en ningún momento nos lo cuenta ni hace falta. Me parece que
ella se da cuenta de que en ese punto no hay reciprocidad y que él no lo
entiende igual que ella. La evolución de Mateo es puramente patriarcal, Estela,
en cambio, se ha diferenciado en ese sentido y está por encima de ciertas cosas.
Mateo cae básicamente mal por
no ser capaz de estar a la altura de la situación. Estela o te cae bien o te
parece una “pringada” enganchada a un ideal (esto comentado por un lector de la
novela a quien mantendré en el anonimato). A mí, Mateo me parece un hombre como
tantos otros, y Estela una mujer con un planteamiento excepcional que ningún
hombre, o casi ninguno, puede alcanzar, porque, en definitiva, todos somos muy
progres, pero con matices y según para qué.
¿Qué Estela se conforma con lo
que hay? Quizá sí, puede, no sé. A lo mejor esta ambigüedad me nace de una
especie de proyección con la protagonista que no he sido capaz de llevar a mi
vida por esa educación machista que todas llevamos dentro.
Al enfrentar la lectura de
esta novela es agradable ver ese rol inusual que marca a la protagonista, su
evolución hacia la madurez, que, en algunos momentos, despierta en mí un retazo
de envidia sana, o insana, tanto me da. Verla en la libertad absoluta, ajena a
los convencionalismos a los que a veces nos aferramos, sin saber muy bien por
qué, salvo demasiado tarde. A medida que avanza la lectura se echan de menos
momentos compartidos entre Estela y Mateo que me conducen de nuevo hacia la
parte más convencional de mi humilde y vulgar persona. Y cuando una acomete el
final de la novela, ahí sí que echo de menos ese encontrarse en la vejez como
una forma de cerrar el círculo de la
vida o como el punto final de un amor en apariencia ideal, aunque solo parezca
que es así para una de las partes. Una vez más, convencionalismo o romanticismo
a la antigua usanza. En fin, no deja de formar parte de mi imaginario cultural.
No está en mi intención el
entrar en los pormenores estilísticos de la novela, pues, tratándose de José
Guadalajara, es algo que se da por sentado. Su lenguaje siempre es, en todas
sus novelas, completo, “redondo”, los personajes resultan siempre bien
definidos y resueltos. ¿Qué más puedo aportar yo en este aspecto, una
humilde estudiante de Filología francesa que ha olvidado el análisis de texto?
Miss Voragine Existencial
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