Hoy amanezco con un mensaje que me
cuenta que Yago ha entrado en coma. El mensaje es de ayer pero yo lo
he leído esta mañana a eso de las siete. Minutos después, otro
mensaje me cuenta que Yago se ha ido....y yo me he acordado de
Inés.....
Yo tenia la edad de Inés, o igual era
mas pequeña, cuando se fue Maribel. Era mi mejor amiga del colegio.
Tenia un pequeño pero no menos importante retraso fruto de una
meningitis. Claro, antes no era como ahora. Antes uno se recuperaba
con secuelas. Nunca supe exactamente por que, pero Maribel siempre
estaba malita. Solo yo jugaba con ella y compartía mi chupachups,
era pequeña y no entendía de enfermedades y contagios, ni de los
miedos de los adultos a esos fantasmas de los virus y las bacterias.
No se, igual mi madre tenia miedo, pero no me decía que no jugara
con ella. Maribel tenia siempre la carita triste y la sonrisa cansada
de quien esta enferma. Un día, no se cuando, ni si era invierno o
verano, Maribel ingreso en el hospital y ya no la vi mas. Mi madre me
dijo que se había muerto. Morir, ¿que era eso?. Probablemente
intento darme una explicación infantil y adaptada a las
circunstancias. Quizá pensó que no me enteraba de nada, esa manía
adulta de idiotizar a los niños con la mejor de las intenciones. Yo
solo era consciente de que ella ya no estaba en el cole y nadie me
explicaba realmente donde estaba mi amiga. Pensaba que estaba sola, y
cuando había tormenta, me acordaba de ella y de como estaría. Sola.
Han pasado mas de treinta años. Muchas
veces me acuerdo de ella cuando hay tormenta.
Ha transcurrido el día nadando entre
recuerdos. Pensando en Inés. Con una pena sentada en el estomago.
Charlando con mi amigo, ese que siempre me saca una sonrisa aun en su
propia adversidad. Menos mal, me ha salvado la mañana como tantas otras
veces.
Y es que, en definitiva, la vida
también es eso. Salvar el día del casi vacío existencial que
producen estas circunstancias. Darle una vuelta, dejar que nos
cuestione, enfadarnos y decir con rotundidad, “esto es una mierda”,
y seguir adelante con lo aprendido...si es q aprendemos algo, que a
veces, lo dudo....
¿Esos padres?, ahí ya ni me detengo.
Yo solo conocí a Yago por boca de Edith, la bonita relación de
amistad que tenia con Inés, su hija......Me resulta imposible
siquiera suponer el calibre y la hondura de su dolor y su tristeza
después de estos años viendo a su hijo debatirse entre el “quiero
y no me dejan” de la enfermedad. Ese nadar entre la esperanza y el
miedo. Constatar que la lucha es en balde. La impotencia. La rabia.
El Por que sin respuesta.
Para todos es muy triste, sin duda, pero
para ellos es algo mas que tristeza, es como una bomba de napalm en
el medio del alma, abrasadora y devastadora....y, despues, la nada, la ausencia...
Carlota.
3 comentarios:
Tus palabras remueven el dolor tan intenso que implican estos momentos, la impotencia que sientes ante la vida injusta que caprichosa nos enseña cosas de la manera mas dura...pero en medio de todo ese dolor...he encontrado la paz, la paz que aparece ante el hecho de haber sacado lo mejor de nosotros, la paz que aparece tras haber luchado desde el amor contra una enfermedad arrasadora, el aprendizaje y la sabiduría que nos dejan nuestros grandes maestros...los niños...que aunque a veces lo que aprendemos es incomprensible...tb nos enseñan a creer en la esperanza de que algún día....lo entenderemos...Hasta siempre Yago!
Gracias....
Gracias....
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