"-¡¡¡Qué guapa estás, hija!!
-Gracias, mama, yo tampoco lo entiendo"
En ocasiones, no hace falta aportar mas. Bastan dos frases, una mirada para comprender. Parece que dejar de esperar milagros ha convertido la existencia en un regalo. Esos regalos de pequeños momentos robados al sueño con el miedo atroz a que el viento arrase con todo. "No, por favor, no te vayas, tú también, no" en un rezo sin eco.
Parece que dejar de esperar milagros mitiga la frustración cotidiana que en la afonía me invita aun a decir tu nombre desgastado, a veces, en bajito, como un susurro. En la antesala de un olvido inminente y necesario. De un lugar definitivo en otra estantería de la memoria, del corazón.
Yo tampoco lo entiendo, mamá, será que en algo me estoy equivocando, porque me miro al espejo, me conozco y lo veo claro. Pero vamos a reírnos de ello, que la ironía nos salve de la melancolía, porque solo me queda echar a correr. Riámonos hasta llorar, disfrazando así cualquier atisbo de dolorosa realidad. Así tú pensarás que yo río, y yo tendré claro porque lloro.
Mientras así sea, tú no sufrirás por mi, ni conmigo. De verdad, mamá, yo tampoco lo entiendo. No lo pensemos, ni lo sintamos. Riámonos. Solo riámonos.
lunes, 27 de febrero de 2017
sábado, 25 de febrero de 2017
"Hagamos un trato" - Benedetti
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
miércoles, 15 de febrero de 2017
Mano entregada- Vicente Aleixandre
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor —el nunca incandescente hueso del hombre—.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor —el nunca incandescente hueso del hombre—.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.
jueves, 2 de febrero de 2017
While the city sleep
"....Mientras
la ciudad duerme, sueña con ser su amante. Con la certeza sostenida
de tener un espacio de detalle y sutileza, de encuentro de almas mas allá de los cuerpos que se llaman en su apasionada vulgaridad
necesaria. Sin mundanal ruido callejero. Sitio de calma, de suavidad.
Ternura. Dialogo de caricias, bocas, lenguas, piernas enlazadas que
se hablan en un lenguaje intimo, propio, único. Sin languideces, ni
queja, sin dolor de ausencia. Donde el tiempo quisiera detenerse y
disfrutarse. Solazarse, para volver de nuevo a ese otro mundo que es
la realidad y negarlo todo ante el Universo conspiratorio.
Mientras
la ciudad duerme, sueña que puede ser posible. ¿Quién lo impide?.
La mirada cómplice entre miradas, la caricia distraída, la sonrisa
que delata. Un beso a escondidas. La huida necesaria al mundo
de dos.
Mientras
la ciudad duerme, se puede todo.
Amanece
y la tediosa realidad hace su acto de presencia. Y parece negarlo
todo, sí, incluso la posibilidad. Porque de ser y suceder, la vida
seria un sueño y eso solo es, mientras la ciudad duerme...."
Suscribirse a:
Entradas (Atom)