En estos días me he dado cuenta lo mucho que me parezco a ti. Me quedé con ese lado anárquico que despertó en ti cuando yo era una canija y con el lado altruista de los últimos años, el espiritual, aunque se devaluara. ¡¡Quién sabe!!, igual yo también me devaluó con los años. Solo te puedo decir, papá, que anarquía y espiritualidad casan fatal a veces y otras son el maridaje perfecto en este mundo de mierda. Me ha costado acostumbrarme a esa idea de que nos parecemos mas de lo que me gustaría pero he aprendido que no es tan malo, porque he aprendido que SER, con sus consecuencias, está por encima del posturear y que tengo la misma facilidad que tú para hundir a alguien que amo en la miseria con cuatro palabras. Lo bueno es que eso lo puedo cambiar.
Lo mejor es que aprendí a estar en el lado de la vulnerabilidad desde la humildad y el acompañamiento. Y ahí sigo en esa pelea entre el ego y el alma.
Te puedo jurar que en 365 días se han dado todas esas cosas que tanto te desesperaban. Sí, papá, he tenido algunos ratos vitales tan sorprendentes como felices. De esos que te harían condenarme al infierno. Lo bueno es que no tengo que pelearlos contigo. Lo contrario hubiera sido un desgaste innecesario para los dos.
Tú te has ido y yo me quedo con la idea de que no supe ser la hija que querías ni estar en el lugar adecuado, salvo cuando te hice falta, creo que ahí no falle, y de que siempre he luchado por diferenciarme contigo porque eramos iguales, por eso nos llevábamos tan mal. Ahora me doy cuenta de que a tu modo estabas mas cerca de mi de lo que yo pensaba. Tu lo intentaste a tu modo difícil. Nunca has sido un hombre fácil como resultado yo tampoco soy al uso.
No ha sido una vuelta al sol fácil, pero si ha sido un gran aprendizaje que amenaza con no acabar que además ha tenido momentos que nunca pensé que se darían en modo de sueños cumplidos. Y eso es bien.
Ya han pasado 365 días sin ti. Y la vida sigue, no igual pero vida al fin y al cabo que se escribe con esa caligrafía de lo cotidiano tan necesaria que me ancla en el día a día y me recuerda que existo en parte por ti y que merece la alegría el esfuerzo.
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