Saco mi carpeta de poemas para ensayar. Vicente Aleixandre cae con su Mano entregada y Huidobro se decanta por unos versos de Altazor. Mi repertorio se espande mientras mi gata Freya trata de mordisquear las hojas.
Sus pasos ligeros de rey extinto y un cigarro en la boca se acercan entre una nube de humo con olor a Cardhu. El rey y yo bajo un mismo techo. Con sus ojos negros, con ese cráneo perfecto y su anatomía siberiana, (¿quien sabe?) . No se puede ser más guapo.
Sonrío arrebatando su cigarro, disfrutando su tabaco que me recuerda perdidos sabores de saliva. Yul se ríe, su carcajada sonora rompe el velo de la noche y me pide que recite. Su voz es una caricia. Calmada y potente. Una voz de verdad.
Desgrano versos propios y ajenos mientras la niebla del humo nos envuelve y el vapor del whiky nos nubla.
"Piérdete. Deja que todo fluya como el humo y los versos..."
Le cuento que la melancolía no se va, no se toma la excedencia que merece. Acaricia mi pelo, toma mi mano y la observa...deposita su cigarro en mis labios como un disimulado beso.
El rey y yo debatimos sobre los imposibles. Recitamos a Eloy Sanchez Rosillo y su esperanza de retorno, a Gioconda Belli y su erótica descarada. Huimos de Neruda, y nos entregamos febriles a Vicente Aleixandre que, como una sinfonía de Mahler, nos regala los mejores versos teñidos de descarnada nostalgia.
"No dejes de soñar."
Entre humo y Cardhu, amanece. Sus ojos me miran prometiéndome volver para reír, recitar y quien sabe si tal vez cantar viejas canciones gitanas. Estoy afónica y cansada. Desaparece con una vieja melodia que silva en mis oídos.
Desde mi memoria antigua emerge entonces tu mirada bruja al rescate y deseo a medias que se extinga de mis neuronas borrachas y ámbar porque se que será otro insomnio más. Y necesito dormir para soñarte.
Me lo dijo Yul, el rey, "no dejes de soñar".
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